Noctámbulos de Edward Hopper

_Noctambulos-Edward-Hopper

Como cada noche, Luigi llega al Phillies, siempre solo. El cordial saludo de Sam poco hace para alegrar su caído espíritu. Se cala el sombrero mientras estudia a la pareja que tiene enfrente. Ella es una mujer muy bella. Su vestido rojo se ajusta de manera perfecta a las curvas de su cuerpo, tan pegado que le enloquece y le hace desearla más que el mismo aire que respira. Le ama, de eso no tiene duda, pero no está sola, nunca está sola y él es muy cobarde para acercarse. El tipo tiene las dos manos sobre el mostrador y, nervioso, evita mirarla. Ella le da una larga calada a su cigarrillo y cuando exhala, él inhala hasta sentir el humo en sus pulmones, su íntimo beso, su unilateral conexión secreta.

Sam rellena su taza de café mientras le regala una sonrisa de complicidad. Es su pequeño secreto, nadie más sabe porqué asiste al Phillies todas las noches, siempre con la esperanza, con la ilusión de que llegue sola, de poder hablar con ella más allá del casual saludo.

Pero esta noche hay algo diferente en el ambiente, la manera en que ella fuma y la forma en que el parece ignorarla, demuestran una incomodidad casi hostil que hace elevar la tensión en el pequeño café.

—¿En verdad me dejas, te vas? —escucha preguntar a Nick.

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Desencuentro

noche y dia

La memoria de aquel increíble beso, la excitaba hasta los huesos. Eran tan bellos sus recuerdos, que perjudicaron su realidad. Hoy camina sola, besando extraños y riendo como loca. Sabe que existe, lo puede sentir. Cree verlo perderse en un rincón oscuro y, llora desesperada al encontrar solo el vacio. Sus pasos son cada vez más torpes y lentos, la lozanía de su piel un triste recuerdo. No sabe que por las noches, Lestat la busca sin saber que es el sol lo que los mantiene alejados.

#Reto5Lineas (Perjudicaron, beso e increible)

Al final del día

 broken man

Eutimio cerró el portafolio, «another day, another dollar», se repetía mientras subía a su Porsche. Miró al indigente que últimamente estaba en el mismo lugar; todos los días pidiendo“para comer”.

Con desdén aventó unas monedas en su sombrero…

—Gracias, caballero —obtuvo por respuesta—, que tenga un excelente día.

Apenas lo escuchó, era un hombre ocupado y no podía detenerse ni a pensar, «demasiado análisis crea parálisis», era su mantra. Aventó su portafolio al asiento trasero, mientras encendía el auto. Éste era su jaula de oro, deportivo del año, «rojo pa’ que corra más rápido», se decía mientras el viento desordenaba su cabello.

—¿Comerás hoy con nosotros? —preguntó su esposa al verlo llegar a casa—. Tony preguntaba si lo llevarías al club.

—No aceptan niños—contestó fastidiado, sabiendo que mentía—. Ya habrá otra oportunidad de llevarlo a otra parte.

—¡Carajo contigo!, promesas del tiempo que te sobre, ¿eso es lo que le ofreces a tu familia?

—¿Te molesta que trabaje tanto? ¿Acaso te falta algo?

—Tu hijo necesita de tu tiempo, no de tu dinero.

—No lo parece cuando está como idiota con el XBox —terminó de cambiarse—. Voy tarde, nos vemos en la noche.

—Ojalá no sea tarde cuando te des cuenta de lo que es importante en la vida.

—Me hartas con tus dramas —gruñó.

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